Falta de aire
“Si no puedes respirar, no importa nada más.” – American Lung Association (Asociación Americana del Pulmón)
Como mencioné en la introducción, cuando las personas empiezan a sentir falta de aire o disnea por esfuerzo o encuentran formas para modificar las actividades que les ocasionan las molestias o simplemente las evitan por completo. Si bien esto puede parecer la forma de proceder más segura y razonable, de hecho limitar tus actividades empeorará la situación, debilitándote cada vez más con el tiempo hasta que las tareas más sencillas en la vida, como ducharte o vestirte, pueden volverse difíciles debido a la falta de aire.
Utilicemos como ejemplo el subir escaleras. En Nueva York, las escaleras del Metro definitivamente no están hechas para ser cómodas. Por el contrario, están diseñadas para ser eficientes, lo que en Nueva York significa “ahorrar espacio”. Como resultado, generalmente son más largas, altas y empinadas que en la mayoría de los hogares de las personas o incluso las que se pueden encontrar en un restaurante o sala de cine. Si sumamos lo anterior a las multitudes de neoyorquinos con personalidad tipo A durante las horas pico, la situación se asemeja más a correr los sanfermines que un trayecto cotidiano. Con frecuencia los pacientes me dicen que ya no viajan en el Metro porque no pueden subir las escaleras; viajan en autobús o taxi, o utilizan la opción Access-A-Ride (N. del T. transporte público ofrecido la ciudad de Nueva York a personas discapacitadas o con condiciones de salud que les impidan utilizar el Metro y los autobuses públicos) (pero esa es otra historia totalmente).
Empleando nuevamente el ejemplo de subir escaleras, piensa en lo mucho que reducirá una persona su actividad si en lugar de viajar en el Metro, utiliza el autobús. Digamos que por lo general viaja a su trabajo cinco días a la semana y tiene dos tramos de escaleras camino al trabajo y dos tramos de regreso a casa. Estamos hablando de 20 tramos de escaleras a la semana, 80 tramos al mes y casi 1000 tramos al año.
No resulta difícil imaginarse que si subes 1000 tramos menos de escaleras este año que los que subiste el año pasado, tu cuerpo lógicamente perderá condición y es probable que aumente tu dificultad respiratoria. A propósito, estos ajustes negativos a la inactividad pueden presentarse incluso si no padeces una enfermedad pulmonar.
Ahora bien, es muy importante comprender el siguiente concepto: el no poder subir escaleras puede deberse a muchos factores, tales como: falta de aire, enfermedad cardiovascular, debilidad muscular o fatiga. Puede incluso deberse a ansiedad, la cual, por cierto, incrementa debido a la falta de aire y a su vez aumenta la dificultad respiratoria (otro ciclo vicioso que deseamos romper).
A medida que pierdes más condición, tu cuerpo no utiliza el oxígeno de manera tan eficiente. Como resultado, empieza la falta de aire a niveles menos intensos de actividad. Luego, empiezas a evitar dichas actividades (incluso de menor intensidad) etc., etc., etc. Una vez más, esto se llama el ciclo de la disnea o la espiral de la disnea y, como mencioné anteriormente, nuestro objetivo es ayudarte a romper dicho ciclo enseñándote técnicas más eficaces de respiración —y mostrarte cómo hacer ejercicio siempre de la manera más efectiva, de tal manera que tu cuerpo se vuelva más eficiente para utilizar el oxígeno y padezcas menos falta de aire.
Para muchas personas, sus síntomas pueden empeorar tanto que no parece posible realizar la actividad y que ya ni vale la pena el esfuerzo de hacerla. Dependiendo de dónde vivas y los recursos que tengas disponibles, la situación anterior puede limitar drásticamente las cosas que puedes hacer, los lugares a los que puedes ir y las personas a las que puedes ver.
Algunos de mis pacientes pueden mapear la ciudad ubicando los lugares donde hay cuestas o pendientes empinadas (o en algunos casos no tan empinadas). Otros pueden hacerlo localizando donde hay lugares para sentarse y descansar, mientras que otros lo hacen averiguando la disponibilidad de baños públicos. Cada vez que es posible, buscan las rutas más fáciles y evitan las pendientes como la plaga. Sin embargo, como lo habrás podido adivinar, todos los músculos que se usan para caminar cuesta arriba pierden condición y dichas personas empiezan a sentir falta de aire a niveles incluso de menor intensidad (p. ej. caminar sobre superficies planas). ¿Te suena familiar?
Existe otra posibilidad importante que tú (y tu médico) debes tomar en cuenta. Aunque tal vez no lo creas, es totalmente posible que tu falta de aire pueda deberse a algo muy diferente. Pacientes acuden a mi todo el tiempo para comentarme que no entienden el motivo por el cual tienen mayor dificultad respiratoria. “Nada ha cambiado”, se quejan. Ahi es cuando empiezo mi interrogatorio.
Pregunto con toda intención si han tenido un cambio de medicamento, rutina de ejercicios, peso, etc., etc., etc.
“Ah, sí. Subi un poco de peso”, dicen. A lo que pregunto: “¿Cuánto?” “Como 25 libras” contestan (o 30 ó 40 o más). A lo que respondo: “Así que has subido 25 libras ¿piensas que nada ha cambiado?”
Permíteme ponerlo en perspectiva para ti: 25 libras son el equivalente a dos bolas de bolos (bowling). Intenta cargar dos bolas de bolos todo el día, todos los días, durante un tiempo. Estoy casi seguro que te fatigarás más rápido, te será más difícil subir escaleras y, sí, tendrás mayor dificultad respiratoria.
Hablaremos sobre el tema del peso con más detalle en el capítulo sobre nutrición, pero mi objetivo al mencionarlo en este momento es mostrar que hay muchos factores además de los pulmones y el sistema respiratorio que aportan a la respiración y, por consiguiente, a la falta de aire.
Con frecuencia pacientes comentan que tienen mayor dificultad respiratoria aunque no haya empeorado de manera significativa su función pulmonar en la Prueba de la Función Pulmonar (PFP). A la inversa, hay pacientes que pueden reportar que han mejorado sus síntomas sin que se vea dicha mejora en su PFP. Lo que esto nos dice es que absoluta y definitivamente existen otros factores además de la función pulmonar que afectan qué tan bien o qué tan mal respiramos.
Nuestra meta en el Pulmonary Wellness & Rehabilitation Center es ayudar a los pacientes a romper este “ciclo de la disnea”, enseñándoles técnicas de respiración más eficaces y estableciendo rutinas de ejercicios más efectivas (es decir, vigorosos) para que sus cuerpos utilicen el oxígeno de manera más eficiente. Igualmente, instruimos a nuestros pacientes sobre su enfermedad, los medicamentos, los beneficios del ejercicio y una dieta sana, cómo manejar el estrés y la ansiedad, y el peligro de fumar cigarrillos y de la inactividad. Creo firmemente que en la mayoría absoluta de los casos, un paciente informado será un paciente más sano (y más feliz).
Un principio común en la ética médica es “Primum Non Nocere”. Esta frase proviene del latín y significa: “Lo primero es no hacer daño”. En nuestro centro, la seguridad del paciente es nuestra primera, segunda y tercera prioridad. Creemos en un enfoque en la fisioterapia y rehabilitación cardiopulmonares “sin retrocesos” y no me gustan las sorpresas cuando se trata del cuidado de los pacientes. Es por ello que todo lo que hacemos en el Centro se lleva a cabo con un monitoreo integral.
Mientras nuestros pacientes hacen ejercicio se les “monitorea telemétricamente”, que es una forma elegante de decir que les hacemos un electrocardiograma (ECG) con el fin de observar de manera continua su frecuencia y ritmo cardiacos durante el ejercicio. Medimos tanto su presión sanguínea como su saturación de oxígeno cada 5 minutos. Reitero, la seguridad de nuestros pacientes es nuestra primera, segunda y tercera prioridad.
La belleza de este tipo de sistema de monitoreo es que podemos actuar con certeza cuando realizamos ajustes a los programas de nuestros pacientes: no sólo de un día para otro, sino incluso en cada sesión de ejercicios, lo cual nos permite garantizar no sólo su seguridad, sino que estén recibiendo el beneficio máximo de cada una y todas las sesiones. Esta metodología es el verdadero secreto de nuestro éxito – y por supuesto el karaoke.
Siéntete por favor con la libertad de compartir esta información con tu equipo de salud y asegúrate por favor de recibir la autorización de tu médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicios o realizar cualquier cambio de estilo de vida. Y ¿quién sabe? Tal vez él o ella incluso aprenda una cosa o dos que puedan ayudar a sus otros pacientes.
Por último, tu actitud es esencial. Comprendo que cuando te sientes enfermo, puede ser difícil concentrarse en estar radiante, ser feliz y tener un enfoque positivo. Sin embargo, pensar constantemente en tu enfermedad o en todas las cosas que no logras hacer puede tener un impacto profundamente negtivo en tu salud y bienestar. A lo largo de este libro, te guiaré y compartiré contigo métodos que te ayuden a tomar el camino de regreso al bienestar, de tal manera que tus acciones empiecen a tener un impacto profundamente positivo en tu salud y bienestar —en otras palabras, tu vida. No te preocupes por la línea de arranque. Por el momento, piensa que hoy estás lo más sano que puedes estar. …y entonces prepárate para estar todavía más sano.
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